Retrospectiva Doris Dörrie y el anhelo del encuentro

Por: Marxitania Ortega

Conocí a Doris Dorrie en 1997, en el auditorio frío y semivacío de la Facultad de Ciencias  de la UNAM. Yo era una solitaria estudiante de filosofía cuya mayor felicidad consistía en ver toda la programación de los ciclos de cine de arte y no perderse ninguna de las películas seleccionadas. Si alguien se parecía a Fanny Fink, la protagonista de la película Nadie me quiere (Keiner liebt mich, 1994) de la realizadora alemana, era yo. Más  glamorosa, alta y guapa que yo, Fany también era una joven solitaria, errática y ansiosa de contacto, que acude a una especie de terapia en la que el ejercicio principal es vivir “simbólicamente” su muerte y su entierro.  

Doris Dorrie, 2020.

Es improbable pero recuerdo haber visto Love and Human Remains, de Denys Arcand y Marius et Jeanette de Robert Guediguian, en el mismo ciclo. Mi propia desolación y soledad en una ciudad llena de gente y de significados, la aridez de esos significados, y el angst, esa angustia existencial tan llena de color y de necesidad expresarse en aquellos días, se sentían reflejadas, validadas y acompañadas en esas propuestas cinematográficas. 

Ese angst juvenil que tan bien acompañaron los primeros filmes de Doris Dörrie sigue  estando presente, pero ahora como diagnóstico psiquiátrico, llamado “ansiedad y depresión” y esa necesidad expresiva que solía ser estridente es apenas audible. Reencontré a Doris Dörrie años después, para acompañar mi propia inmersión en el budismo con su obra Iluminación garantizada (Erleuchtung garantiert, 2000). Dörrie penetra en la cultura japonesa, siempre desde su extranjerismo, desde sus personajes occidentales, observa, practica, se diferencia en su acercamiento.  

Fotograma de Erleuchtung garantiert, dirigida por Doris Dörrie.

Sus personajes huyen de sus pérdidas en la creencia de que el desplazamiento alivia, y si bien no logran despojarse del dolor ni de sí mismos, el viaje, el encuentro con lo distinto y quizás del dolor ajeno, les ayuda a transitar su propio dolor. En Cerezos en flor (Hanami,  2008), otro importante largometraje de la realizadora alemana, Rudi busca a su esposa muerta en sus anhelos no satisfechos y encuentra sus huellas en el movimiento de Yu, una bailarina de butoh. «Hasta los muertos tienen sombra» le dice la joven bailarina al viejo alemán. En entrevistas de aquellos años, Dörrie hablaba sobre la inspiración que encuentra en la expresión japonesa mono no aware. Una traducción aventurada de esta frase sería: conmoverse ante las cosas, aunque Dörrie prefiere: estar melancólicamente conmovido.  

Fotograma de Hanami dirigida por Doris Dörrie

La compasión con todos los seres que sienten es una máxima del budismo. La disposición del mono no aware posibilita la compasión ante el barro, ante las telas, las sombras, y las migajas de pan, ante esta vida imperfecta, fugaz, que nos conmueve y a través de cuya observación entendemos su fugacidad.  

En realidad fue veinte años después, en 2017 cuando conocí realmente a la cineasta alemana en persona, vino a México invitada por MIC Genero, a presentar su película más reciente, Fukushima Mon Amour (2016) y a dar un breve taller de escritura. “Don’t touch trauma yet”, dijo Doris Dörrie en el curso. Pero en esos días para mí el recuerdo de una experiencia traumática estaba en la superficie. Han pasado algunos años y apenas pude darle forma al ejercicio de escritura que planteó en aquel taller: ir al confín de la memoria, a la primera imagen de infancia, ampliarla, caminar en ella. Tres años después he podido sostener mi mirada del piso frío de cerámica que encontré aquella tarde, en el curso que tuvo lugar en la Cineteca. Ahora he podido observar la hilera de hormigas negras y el torso de mi abuelo y convertirlo en escritura.  

Fotograma de Fukushima Mon Amour dirigida por Doris Dörrie.

La lección que dio la cineasta en aquel momento a la mujer impaciente que soy fue la importancia de esperar, no apresurarme, irme sólo con aquello que está listo, y en algún momento, lo caliente, lo que aún duele, se enfriará. Sólo a partir de ahí pueden entrar las estructuras narrativas y de realización, e incluso puede abrirse paso el recurso del humor, porque al fin de cuentas, en el cine, o en la literatura, o en la plástica, la estética es necesariamente un filtro.  

Doris Dörrie, 1985.

El año pasado una amiga me contó su vivencia en un retiro llamado Ave Fénix, un proceso terapéutico en el que durante nueve días te preparas para morir, simbólicamente, por supuesto, aunque sí hay un entierro físico y real. Al parecer, el objetivo de tal acto es  valorar la vida. Cuando me contó su experiencia yo recordé a Fanny Fink, el personaje de Dörrie, pintando su ataúd. Como ella, mi amiga descubrió que no se quería morir.  Incluso atravesando la tristeza, el dolor, la pérdida, el sinsentido, los personajes de Doris  Dörrie muestran un profundo amor a la vida e intensas maneras en las que es posible vivirla. Me pregunté si no fue la cineasta alemana, en esa entrañable película Keiner liebt  mich, la que “inventó” ese proceso terapéutico que empezaba a ponerse de moda antes de la pandemia y que quizás ahora, en estos días en los que la muerte está tan a la  mano, ya no resulte necesario.

Puedes conocer el cine de Doris Dorrie en MUBI y en Amazon.

Fotograma de Keiner liebt  mich dirigida por Doris Dörrie.

Marxitania Ortega (Acapulco, Gro., 1978) es escritora, psicoterapeuta corporal y  facilitadora de talleres de cohesión comunitaria. En los últimos años se ha  especializado en vincular la escritura y otras disciplinas artísticas en la facilitación de  procesos psico-emocionales individuales y comunitarios. Es autora de la novela Guerra de guerrillas, publicada por la editorial Jus en el año 2014. Ha sido becaria  del programa Jóvenes Creadores del FONCA, coautora de los libros de texto de Educación Artística para Primaria de la SEP y ha colaborado en diversas publicaciones periódicas. Estudió la licenciatura en Filosofía en la UNAM y en el  año 2019 concluyó la especialidad en Psicoterapia Corporal en el Core Energetics Institute de Nueva York.

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